Unos 687 días terrestres después de su llegada a Marte, el rover Curiosity de la NASA cruzó el 27 de junio de 2014 los límites de una elipse de 20 por 7 kilómetros en el interior del cráter Gale, la zona designada inicialmente para el aterrizaje del explorador robótico.
La elipse de aterrizaje marcaba el perímetro de una zona especialmente seleccionada por los científicos e ingenieros de la NASA, con el fin de proveer al Curiosity de un acceso relativamente sencillo a lugares científicamente interesantes en la superficie del planeta rojo, presentando al mismo tiempo los menores peligros posibles para lograr un aterrizaje exitoso.
Muchas de las áreas de interés científico estudiadas por los responsables de la misión tenían pendientes demasiado pronunciadas para el aterrizaje del rover, por lo que se diseñó a Curiosity con la capacidad de recorrer grandes distancias y desplazarse hasta esas zonas fuera de su elipse de aterrizaje.
Desde su llegada a Marte, Curiosity ha recorrido algo más de 8 kilómetros en la superficie, evaluando la habitabilidad de distintos entornos en el pasado y los cambios que han sufrido las condiciones ambientales del planeta rojo en general. Ahora que ha abandonado la elipse, el rover podrá recorrer las características de la superficie marciana que hubieran resultado peligrosas para su aterrizaje. Por esto, los responsables de la misión creen que tanto los escenarios como la geología de los territorios que Curiosity explorará durante el próximo año marciano serán aún más interesantes.
Con un peso de alrededor de una tonelada, el tamaño de un auto mediano y un generador termoeléctrico de radioisótopos (RTG) gracias al cual no depende de la luz solar para abastecerse de energía, el rover promete continuar extendiendo los límites de la exploración no tripulada de Marte.