Hace once mil millones de años, dos estrellas cercanas se formaron en la lejana galaxia elíptica NGC 4993, que fuera descubierta por el afamado astrónomo británico William Herschel en 1789. Orbitándose mutuamente a lo largo miles de millones de años, esos dos astros -ya convertidos en estrellas de neutrones- se fueron acercando más y más hasta que un día, hace unos 130 millones de años, colisionaron provocando un estallido de rayos gamma. Ese evento fue detectado el pasado 17 de agosto por los telescopios espaciales Fermi de la NASA e INTEGRAL de la Agencia Espacial Europea.
En el día de hoy, los científicos a cargo de los detectores LIGO y Virgo reportaron la detección de ondas gravitacionales provenientes de esa colisión. Apenas dos meses han pasado desde la observación de ese evento, pero los astrofísicos ya han hecho descubrimientos fundamentales en base a los datos recolectados. La onda gravitacional detectada fue distinta a todas las detectadas hasta ahora, probando que la colaboración entre el detector estadounidense LIGO y su contraparte europea Virgo, recientemente inaugurada, puede detectar otros eventos además de la fusión de dos agujeros negros.
Las ondas gravitacionales procedentes de la colisión estelar, denominada GW170817, son las más cercanas detectadas hasta ahora, a unos 130 millones de años luz de la Tierra. Además, al detectarse en simultáneo un estallido de rayos gamma, catalogado como GRB 170817A y proveniente de la misma ubicación que las ondas gravitacionales, se pudo confirmar que la colisión de estrellas de neutrones es la fuente de este tipo de eventos, hasta ahora desconocida.
Sin embargo, el descubrimiento más importante fue el hallazgo de que parte de la luz producida por la colisión no provino de la explosión en sí misma, sino de la subsiguiente síntesis de elementos químicos pesados. Las explosiones de supernovas son capaces de fabricar todos los elementos químicos de peso atómico menor o igual al hierro, pero las estrellas progenitoras no poseen los suficientes neutrones para seguir fabricando elementos más pesados a través de reacciones radioactivas.
Hasta ahora, muchos astrofísicos creían que la colisión de dos estrellas de neutrones podía generar suficiente energía y aportar los neutrones necesarios para la síntesis de elementos de peso atómico mayor al hierro, como el oro, la plata o el uranio. La luz en longitudes de onda cercanas al infrarrojo que los astrónomos observaron en los días siguientes a la colisión permitió finalmente confirmar esta teoría: el oro forjado en cada anillo de casamiento, el uranio que hace funcionar todas nuestras centrales nucleares, y los metales usados para fabricar cada smartphone en el planeta: todo fue creado por la colisión de estrellas de neutrones.
Este descubrimiento fue caracterizado como “una mina de oro, literalmente” por Duncan Brown, uno de los investigadores de ondas gravitacionales que trabajan en el proyecto LIGO. “Hemos completado nuestra comprensión de cómo se forman realmente los elementos de la tabla periódica”, indicó el astrónomo Edo Berger. “Hasta ahora teníamos la mitad de la historia, pero ahora contamos con la historia completa”.
Más allá de los detalles específicos del descubrimiento, este es un gran día para la ciencia en general. Miles de personas y alrededor de 70 observatorios en todo el mundo trabajaron en perfecta armonía y lograron responder algunas preguntas fundamentales sobre la naturaleza del mundo que nos rodea.