Tras un viaje de una década persiguiendo a su objetivo, la sonda espacial Rosetta de la ESA se ha convertido hoy en la primera nave en ponerse en órbita alrededor de un cometa, abriendo así un nuevo capítulo en la exploración de nuestro sistema solar.
El cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y la Rosetta se encuentran ahora a unos 405 millones de kilómetros de la Tierra, a medio camino entre las órbitas de Júpiter y Marte, avanzando velozmente -a casi 55.000 kilómetros por hora- hacia el sistema solar interior.
Este cometa se mueve en una órbita elíptica con un período de 6,5 años, que lo lleva hasta más allá de Júpiter en su punto más alejado del Sol, o afelio, y hasta un punto entre las órbitas de Marte y la Tierra en su máxima aproximación al Sol, o perihelio. La sonda europea acompañará al 67P/Churyumov-Gerasimenko durante más de un año: ambos rodearán al Sol y volverán de nuevo hacia Júpiter, juntos.
La travesía hasta el cometa no ha sido directa. Desde su lanzamiento en 2004, Rosetta ha sobrevolado la Tierra tres veces, y Marte una vez, para ajustar su velocidad y su órbita aprovechando la asistencia de la gravedad de ambos planetas. Esta compleja trayectoria también hizo posible que la sonda visitara los asteroides Šteins y Lutetia, de los que obtuvo imágenes y datos científicos sin precedentes.
Rosetta “despertó” de su modo de hibernación en el espacio profundo el 20 de enero de 2014, cuando todavía se encontraba a nueve millones de kilómetros del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Acto seguido comenzó la reactivación de los once instrumentos científicos de la sonda y los diez instrumentos del módulo de aterrizaje Philae.
“Después de un viaje de nueve años, cinco meses y cuatro días, después de cinco vueltas alrededor del Sol y de 6.400 millones de kilómetros, estamos encantados de anunciar, por fin, que ¡ya hemos llegado!”, declaró a la prensa el francés Jean-Jacques Dordain, director general de la Agencia Espacial Europea. “Rosetta se ha convertido en la primera nave de la historia en reunirse con un cometa, un hito en la exploración de nuestros orígenes. Ahora ha llegado la hora de los descubrimientos”.
Una multitud reunida en el ESOC, el Centro de Operaciones Espaciales de la ESA en Darmstadt, Alemania, estalló en aplausos cuando los científicos e ingenieros de la misión confirmaron el éxito del encendido final del motor principal de la sonda para ponerla en órbita alrededor del cometa.
Se trató de la última en una serie de maniobras críticas, iniciadas en mayo de este año para igualar gradualmente la velocidad y la trayectoria de Rosetta con las del cometa. Si cualquiera de esas maniobras hubiera fallado, la misión habría fracasado, ya que el cometa simplemente habría pasado de largo. Entre el 7 de mayo y el 6 de agosto se realizaron diez encendidos del motor de la sonda, reduciendo su velocidad con respecto al cometa de 775 metros por segundo a apenas un metro por segundo, velocidad similar a la de un ser humano caminando.
La llegada de la sonda al Churyumov-Gerasimenko representa un éxito resonante después de un largo camino recorrido, que se inició con la discusión del concepto de la misión por primera vez a finales de los años setenta, y tomó fuerza luego de que su desarrollo fuera aprobado oficialmente en 1993.
El núcleo del cometa empezó a revelar su personalidad a medida que la Rosetta se aproximaba. Las imágenes tomadas por la cámara OSIRIS entre finales de abril y principios de junio mostraron que sus emisiones eran variables. La “coma” del cometa -su envoltura de polvo y gas- comenzó a brillar rápidamente, para luego volver a apagarse en el transcurso de apenas seis semanas. En ese mismo período, las observaciones realizadas con el instrumento MIRO indicaron que el cometa estaba emitiendo unos 300 mililitros de vapor de agua por segundo.
El instrumento VIRTIS (Espectrómetro Térmico Visible e Infrarrojo, por sus siglas en inglés) determinó que la temperatura media del cometa es de unos -70°C, lo que indica que su superficie está cubierta en su mayor parte por polvo oscuro, y no hielo limpio.
Las impresionantes imágenes tomadas cuando la sonda se encontraba a 12.000 kilómetros de su objetivo revelaron que el núcleo está formado por dos lóbulos independientes, unidas por una especie de ‘cuello’, con la forma típica de un pato de goma. A medida que la sonda seguía acercándose al cometa, sus imágenes fueron mostrando más detalles.
Ahora, Rosetta se encuentra a sólo unos 100 kilómetros de la superficie del cometa, pero se acercará todavía un poco más. A lo largo de las próximas seis semanas, la sonda describirá dos trayectorias triangulares frente al cometa, primero a una distancia de 100 kilómetros y luego a unos 50 kilómetros.
Durante estas maniobras, todos los instrumentos de su carga útil llevarán a cabo un detallado estudio científico del cometa y cartografiarán su superficie para seleccionar el lugar ideal para el aterrizaje del módulo Philae.
Finalmente, Rosetta intentará describir una órbita casi circular a apenas 30 kilómetros de distancia de la superficie, y en función de la emisión de gas y polvo del cometa, podría acercarse un poco más.
A finales de agosto se habrán identificado cinco posibles puntos para el aterrizaje de Philae, de entre los que se elegirá uno a mediados de septiembre. A lo largo de octubre se confirmará la secuencia definitiva para el despliegue del módulo de aterrizaje, inicialmente previsto para el día 11 de noviembre.
Fuentes consultadas: ESA.