El astrónomo amateur José Luis Ortiz desconocía que su anuncio del descubrimiento de un gigantesco objeto transneptuniano (TNO), efectuado el 29 de julio, daría inicio a uno de los episodios más confusos y controvertidos para la comunidad astronómica en los últimos años.
El español, integrante del Observatorio Sierra Nevada, envió un e-mail detallando su hallazgo con el asunto “Big TNO discovery, urgent” a la lista de correo MPML, que agrupa a la comunidad internacional de observadores de asteroides. Algunas horas después, aparecieron reportes en algunos sitios web astronómicos indicando que el objeto descubierto por Ortiz, designado como 2003 EL61, tenía el doble del diámetro de Plutón, pero los mismos fueron desmentidos rápidamente.
Al mismo tiempo, otro equipo liderado por el astrónomo Mike Brown, del Instituto de Tecnología de California, reportó que había estado observando a 2003 EL61 durante casi un año, pero estaba esperando terminar de analizar datos obtenidos por el telescopio espacial Spitzer antes de anunciar su descubrimiento.
“No caben dudas de que el grupo español es el que debe ser correctamente acreditado por el descubrimiento”, afirmó Brown en su página personal. “Aun si hubieran encontrado el objeto este año y anunciado su existencia, serían considerados los verdaderos descubridores. Nos la jugamos pensando que nadie más lo encontraría mientras esperábamos nuestras observaciones del Telescopio Espacial Spitzer. ¡Nos equivocamos! y felicitamos a nuestros colegas por un gran descubrimiento”.
Pero apenas horas después, Brown anunció ante los medios el descubrimiento de otros dos grantes TNOs, designados como 2003 UB313 y 2005 FY9. Respecto del primero, indicó que se encuentra unas tres veces más lejos del Sol que Plutón, y es “definitivamente más grande” que el noveno planeta.
El equipo de Brown descubrió al 2003 UB313 el 8 de enero de este año, pero pretendía analizar mejor sus observaciones antes de publicarlas. Sin embargo, “fuimos forzados a anunciar nuestros resultados en la tarde del viernes porque la noticia se había filtrado”, según dijo.
“A mediados de julio, fueron publicados en Internet algunos abstracts de charlas científicas que daremos en septiembre. Teníamos la intención de hablar del objeto ahora conocido como 2003 EL61, el cual descubrimos alrededor de la navidad de 2004, y los abstracts fueron diseñados para propiciar el interés de los científicos que asistirán a ese encuentro. En esos abstracts llamamos al objeto con el nombre que nuestro software le asignó automáticamente, K40506A – el primero objeto del cinturón de Kuiper que descubrimos en los datos obtenidos el 6 de mayo de 2004-. Usar este nombre fue una muy, muy mala idea de nuestra parte”.
“Sin que lo supiéramos, algunos de los telescopios que habíamos usado para estudiar este objeto mantienen registros abiertos de quién ha estado realizando observaciones, dónde se ha estado observando y qué objetos. Una búsqueda de dos segundos de “K40506A” en Google revela inmediatamente estos registros de observación”. Según Brown, desde el momento en que esos abstracts se hicieron públicos, cualquiera con una conexión a Internet y un poco de curiosidad acerca del objeto “K40506A” podría haber averiguado dónde encontrarlo.
Brown fue rápido en puntualizar que en su opinión, el hecho de que el descubrimiento por parte de Ortiz haya ocurrido días después de que los datos aparecieron en la Web es una mera coincidencia. Sin embargo, “algunos integrantes de la comunidad me expresaron en forma privada su preocupación de que esta coincidencia era demasiado buena para ser real, y quisieron averiguar si existía alguna forma posible en la cual alguien pudiera haber obtenido la ubicación de nuestro objeto”, agregó.
A esa altura, Brown contactó a Brian Marsden del MPC o Minor Planet Center (Centro de Planetas Menores) de la Unión Astronómica Internacional. Al contarle confidencialmente acerca de los dos objetos todavía no anunciados (2003 UB313 y 2005 FY9), Brown expresó su preocupación de que alguien podría encontrar los datos de su equipo y llevarse el crédito por descubrir esos objetos, y le pidió ayuda.
Marsden encontró que alguien había estado usando el sitio web del Minor Planet Center para acceder a observaciones anteriores de uno de los objetos y predecir su ubicación para esa noche. Las observaciones anteriores eran precisamente los registros de uno de los telescopios que había usado el grupo de Brown. “No nos quedó otra opción que llamar apresuradamente a una conferencia de prensa, que se hizo a las 16 horas del último viernes de julio, quizás el mejor momento para anunciar una noticia de este tipo y que nadie se entere”, finalizó Brown.
Sin embargo, algunos astrónomos tienen una opinión muy diferente acerca del anuncio de Brown.
“El grupo americano del Dr. Brown decidió, como en otros casos, no hacer pública su detección hasta no tenerlo completamente observado y sus trabajos terminados, y hasta que el objeto no estuviera en conjunción con el Sol, de modo de que otros no pudieran observarlo”, declaró el Dr. Javier Licandro en un e-mail enviado a una lista de correo de astronomía en español. Licandro trabaja en el Grupo de Telescopios Isaac Newton y el Instituto de Astrofísica de Canarias, España.
“Lo han hecho anteriormente, por ejemplo con Sedna. La toma de este ‘dudoso’ riesgo les llevó a perder todo derecho sobre este objeto. Es más, su política es, cuando menos, criticable”, agregó Licandro. “A raíz de la detección de Ortiz y su equipo de 2003 EL61, y a causa del fiasco que para ellos ha significado, Brown y sus colaboradores decidieron publicar ‘ipso facto’ otros dos objetos que conocían al menos desde hace 6 meses, 2005 FY9 y 2003 UB313“.
Contactado en forma exclusiva por AstronomíaOnline, Brown no quiso elaborar una respuesta a los dichos de Licandro. “Javier me cae bien; es una pena que sienta la necesidad de hacer ese tipo de comentarios”, dijo.
Pero no pasó demasiado tiempo antes de que Ortiz hiciera pública su propia opinión acerca de la situación. “Los norteamericanos, con una tecnología apabullante frente a la nuestra, habían descubierto tres grandes objetos hace bastantes meses, pero ocultaban su existencia a la comunidad científica internacional, como ya hicieron el año pasado con los objetos Quaoar y Sedna”, declaró al diario español ABC.
“Este secretismo le servía a Brown para poder estudiar los hallazgos en detalle y en exclusiva, lo que va en contra del beneficio de la ciencia y no sigue los cauces establecidos, que implican comunicar la existencia de un objeto nuevo en cuanto se descubre”, agregó Ortiz.
Consultado nuevamente por Astronomía Online, Brown indicó que ese comentario no le llegó personalmente de parte de Ortiz, por lo cual tampoco desea realizar declaraciones directamente sobre sus dichos. “En general, ciertamente hay gente que tiene esa opinión, y están en todo su derecho. Yo, sin embargo, no puedo pensar en ningún área de la ciencia en la cual el ‘procedimiento establecido’ sea anunciar un descubrimiento sin tiempo para el razonamiento y el análisis. Cualquiera que piense diferente puede ir y encontrar estos objetos transneptunianos por su cuenta -como lo hizo Ortiz- y así llevarse el crédito por su descubrimiento”, finalizó.